
¿Que joven en su sano juicio aceptaría semejante trabajo? La Biblia habla de uno: Juan el Bautista. Cuando Dios necesito de "una voz" que hablara en su nombre, Juan dijo: "¡Aquí estoy!".
Juan el Bautista sabia que su trabajo consistía en no atraer atención sobre su persona, sino en dirigirla hacia el Mesías, Jesucristo. Pero muchos se emocionaron con él y creyeron que él era el Mesías Cuando le preguntaron si era el Cristo, simplemente respondió: "No soy". Entonces le preguntaron si era Elías, el profeta.
-No soy Elías- contestó.
Sin embargo, la gente siguió insistiendo:
-¿Entonces quién eres?
-Soy una voz que grita en el desierto- dijo Juan. Pero entre ustedes hay uno a quien no conocen, uno que viene después de mí. Yo ni siquiera merezco desatarle la correa de sus sandalias (ver Juan 1:19-27).
¡Qué grande fue Juan el Bautista! Cuando la atención se aparto de él, y la gente se agolpó alrededor de Jesús, Juan se hizo a un lado sin amarguras. Al referirse a Jesús, dijo: "Él ha de ir aumentando en importancia, y yo disminuyendo" (Juan 3:30).
¿Donde radicó la grandeza de Juan? En que nunca perdió de vista que solo Cristo es digno de alabanza. En un mundo donde muchos están tratando de atraer la atención hacia ellos mismos, Dios nos llama a señalar a Jesús, "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Juan 1:29).
¿Tienes talentos musicales? ¿Eres un estudiante destacado? ¿Tienes el don de la simpatía? ¿Eres físicamente atractivo o atractiva? Cualquiera que sea tu don, recuerda que es el Señor Jesús quien merece toda la alabanza. Solo a Él tienen que enfocar los reflectores.
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